El
Autor escribió estas líneas en unas circunstancias más que inusuales: en enero del año 2000, en Cuba, sentado en el balcón
de una antigua casa a cincuenta metros del océano...
La razón
para que salieran a la luz estas pocas páginas fue el cortés asentimiento del científico cubano Dr. Pedro Luis Sotolongo.
Espero que este libro sea publicado en Cuba y, quizás, también en algún otro lugar, pues actualmente casi una quinta parte
de la población mundial habla español...
Este prefacio,
sin embargo, lo dirijo ante todo a los cubanos.
Para mi
generación, Cuba es mucho más que un pequeño país en el ámbito marino del Caribe. Es un símbolo de la posibilidad de vencer
en la lucha por el socialismo en una pequeña isla ante las mismas narices de EE.UU., el gendarme mundial del siglo XX (y,
por lo visto, de los inicios del XXI). Es un símbolo del romanticismo, de la creación, de la alegría, de la juventud.
En el invierno
(o "verano", como este Autor quisiera, sinceramente, escribir: sol, palmas, un cálido océano, la no obligatoriedad del
saco y de la corbata incluso para una reunión en el CC del PCC) del 2000, Cuba, por supuesto, estaba algo diferente. El continuado
bloqueo de EE.UU. y, principalmente, la traición por parte de los poderes rusos (y escribo esto con amargura y dolor),
han incidido en extremo negativamente en la economía, en la calidad de vida en Cuba, en sus posibilidades de avanzar por el
camino del socialismo. Comprendemos esto como ningún otro y por ello nosotros, científicos socialistas y comunistas, nos dirigimos
a ustedes, ciudadanos de Cuba, con un grito salido del alma: no repitan nuestros trágicos y criminales errores, intenten (si
se los permiten las condiciones objetivas) marchar por este delgado filo de la navaja, utilizando casi la única de mil oportunidades
para avanzar por el camino del socialismo, elevando la eficiencia de la economía y, lo más importante, formando activamente
al nuevo hombre libre, creador.
La primera
lección de la desmoronada URSS está relacionada, por lo visto, con que no valoramos suficientemente la profundidad de la
putrefacción pequeño-burguesa tanto de la mayoría de la población como de la cúpula del PCUS. La construcción del "socialismo
desarrollado" estuvo abanderada por la agudización de dos poderosísimas contradicciones.
Desde abajo
surgió un conflicto entre el "déficit económico" y las aspiraciones de una población con proclividad al pancismo, al
crecimiento del consumo utilitario: creamos una mezcla monstruosa, una "sociedad de consumo" sin... objetos de consumo. En
pocas palabras (y, por consiguiente, sin mucho rigor científico) yo diría: a la URSS la mataron las filas.
Arriba
la descomposición era aún más fuerte. Una nomenclatura que se había separado de los trabajadores, no controlada por ellos,
se convirtió en un estamento aislado (a semejanza de una aristocracia feudal), que vivía encerrada en sí misma, que usufructuaba
enormes privilegios, que dirigía al país principalmente con el objetivo de fortalecer su poder, pero (debido a su burocratismo)
de manera en extremo ineficiente. Y si la vieja generación de la nomenclatura aún estaba atada por algunos"prejuicios", en
cambio los jóvenes de rango medio (del tipo de Gaidar y compañía) de la nomenclatura crecieron extremadamente cínicos. Soñaban
con cambiar el poder por la propiedad y por el capital, en ello estaba su interés objetivo y subjetivo (como capa particular
de una nomenclatura mezquina). Tenían que traicionar al socialismo, y lo traicionaron.
He aquí
por qué, repito, la primera causa del derrumbe de la URSS y de los retoños de socialismo en nuestro país (el callejón sin
salida del "socialismo-gulash") fueron la índole pequeño-burguesa y el conformismo de la mayoría de la población, y como un
alter ego de ello, la transformación de la dirección del PCUS, del estado, en una nomenclatura aislada de los trabajadores,
como consecuencia de su deformación pequeño-burguesa y de su aspiración al trueque de privilegios semilegales y de poder usurpado
por propiedad y capital reales.
Por qué
se dio dicha situación en la URSS es una cuestión muy compleja. Yo intenté dar una respuesta proponiendo la hipótesis del
"socialismo mutante", desarrollada en este libro. Ahora subrayo: ante los camaradas cubanos está planteado un complejísimo
problema (y, por lo que parece, están completamente conscientes de ello), que recuerda al que se le planteaba a la URSS en
el período de la NEP, cuando al país, después de una destrucción monstruosa, y en condiciones de aislamiento internacional,
le era necesario avanzar hacia el socialismo. El problema consiste en &icuest;cómo permitir el desarrollo objetivamente
necesario del mercado (y, por lo tanto, el desarrollo de la polarización social, del fetichismo mercantil, de la aspiración
de la población a la propiedad privada y al consumo utilitario), y, además, garantizar una dirección profesional y eficiente
(en todas partes, en los hoteles, en las empresas, en el estado) y conservar el socialismo?
Nosotros
no pudimos resolver ese problema; primero la NEP se deformó hacia el estalinismo, después el estancamiento briezhneviano acabó
en el "yeltsinismo".
&icuest;Cómo
evitar nuestros criminales errores? Me arriesgo a proponer no un consejo (no tenemos una buena base para dar consejos), sino
una hipótesis.
La segunda
lección del derrumbe de la URSS consiste, desde mi punto de vista, en que buscamos los fundamentos del éxito del socialismo
allí dónde no se debía, vinculándolos a la propiedad estatal, a la planificación estatal, al poder de la cúpula del PCUS,
en esencia (tanto en teoría como, principalmente, en la práctica), las bases reales del socialismo en la URSS fueron asfixiadas: la creatividad viva del pueblo(teóricamente yo la llamaría la `creatividad
social asociada') y una democracia de base (desde
abajo) que se desarrollara hasta la autogestión. Las llaves de la victoria
del socialismo no son la ausencia de poder ni la anarquía; no son la dictadura de la nomenclatura ni el totalitarismo ideológico,
sino la autoorganización desde abajo y el poder popular.
Si amplias
capas de ciudadanos, de hecho, participan constantemente en la contabilidad, en el control, en la toma de decisiones en todos
los niveles (desde las brigadas y las distinciones honoríficas, hasta el país como un todo), incluyéndose en la actividad
social de las organizaciones de mujeres, sindicales, etcétera, entonces los ciudadanos, en
la práctica, se sentirán dueños de su país y ése es el único antídoto contra la deformación pequeño-burguesa.
En relación
con esto, no puedo no subrayar que no se puede crear y mantener el socialismo exclusivamentecon
ayuda del entusiasmo; pero sin entusiasmo, sin optimismo creativo por parte
de la mayoría de los trabajadores, llenos de una alegre y vital energía de innovación social (la construcción de ciudades
y la creación de nuevas formas de vida social), sin la inclusión masiva en la cultura, el
socialismo no puede ni nacer ni vivir. Si existe este optimismo en la sociedad, nadie vencerá sus tendencias socialistas.
Si esta energía se apaga, el socialismo se asfixia, incluso en condiciones favorables.
Es más,
el ser partícipe de la creación conjunta de su vida (en asociaciones abiertas voluntarias y
no formal-burocráticas, como en la URSS, lo que por cierto es especialmente importante) despierta
en el hombre la atracción hacia la auténtica cultura, hacia la educación, genera una demarcación respecto a la cultura
de masas (acoto entre paréntesis un aspecto muy importante: la cultura de
masas es uno de los enemigos más peligrosos del socialismo, pero no se la puede prohibir; sólo se la puede expulsar por
la vía (1) de la formación de la necesidad popular de una auténtica cultura (mediante la inclusión en la dirección, etcétera)
y (2) del apoyo socio-estatal a esa auténtica cultura, especialmente prestando atención a todos los talentos, a los cuáles
hay que querer y mimar como a un don de envergadura nacional).
La democracia
y la autogestión de base (en el libro se detalla más el contenido de estos conceptos), el control y la contabilidad desde
abajo, la ausencia de privilegios y de ventajas en la dirección del partido y del estadoson, junto con aquello, condiciones
absolutamente necesarias (aunque no las únicas) para evitar la separación del pueblo y el poder y la traición por tal poder
a la causa de la construcción del socialismo.
Finalmente,
sólo la creatividad social asociada (la posibilidad de autorrealización en una gran causa), democrática y voluntariamente
organizada, que exige además un alto nivel de cultura y que proporciona respeto general por parte del pueblo, puede crear
en la juventud el interés en la continuación de las transformaciones socialistas, crear inmunidad contra el consumismo y el
acaparamiento.
La tercera
lección del colapso de la URSS está vinculada directamente con las dos primeras: la creatividad social puede convertirse en
una antítesis de la deformación pequeño-burguesa sólo cuando se basa en una alta eficiencia de la economía sin tornarse en
una dictadura estalinista, en tarjetas de racionamiento y en una subordinación extra-económica (del tipo de los GULAGs, de
la colectivización forzada, de la inscripción obligatoria, etcétera) de los trabajadores. Es un axioma. La cuestión está
en cómo garantizar esto. El reinado del neoliberalismo al final del siglo XX generó el fundamentalismo del mercado; los relativos
éxitos de las reformas en China convirtieron a casi todos los partidarios del socialismo en partidarios del mercado.
La experiencia
del sistema socialista mundial (especialmente en Polonia, Hungría y otros países) muestra, mientras tanto, que el
mercado es un mecanismo económico que está lejos de ser indiferente a los
objetivos sociales; constituye un sistema particular de relaciones sociales
en mucho contrario a los valores socialistas (la competencia, el aislamiento
y la "privatización" del hombre, el fetichismo de la mercancía y del dinero, la diferenciación social, etcétera) y en sí mismo
orgánicamente, debido a sus leyes internas, es generador de capitalismo.
Al mismo
tiempo, los mecanismos post-mercado de coordinación (desde la contabilidad y el control popular generalizado, hasta la planificación
y la autogestión democráticas) pueden ser utilizados, como mostró nuestra experiencia, sólo allí y cuándo, dónde y en tanto
haya para su desarrollo una base material y social suficiente; dónde y cuándo garanticen una mayor eficiencia económica, y
principalmente, social. De lo contrario, se deforman en centralismo burocrático y en voluntarismo. Marchar
por el filo de la navaja entre la deformación del mercado y el burocratismo del plan. He aquí la tarea que nosotros no
pudimos resolver.
Habiendo
comprendido que el mercado es sólo uno de los medios necesarios (hasta cierta medida) --y, por cierto, muy peligroso si se
sobrepasa esa medida--, es extremadamente importante determinar los objetivos y las prioridades de la estrategia. La URSS
sólo en los años 20 y a finales de los 50-principios de los 60 pudo "apresar en sus velas el viento de la historia", apostando
a un desarrollo aventajante (primero
la electrificación y la revolución cultural, después la ciencia y la educación) orientado hacia una ofensiva en el sector
más avanzado.
Ahora tal
sector es el de las tecnologías informáticas y médico-microbiológicas y también la educación continuada, orientada al desarrollo
de las capacidades innovadoras del hombre. Puede ser que esto parezca una ilusión romántica, pero al autor, durante sus cortos
encuentros en Cuba (a pesar de lo limitado de la información que obtuvo) le pareció que este país tiene una oportunidad de
realizar semejante estrategia. Esto es tanto más posible, cuánto que
un salto hacia el futuro de nuestros camaradas cubanos, puede inspirar una ayuda desinteresada de miles de científicos --en
Rusia y en otros países-- que simpaticen con el socialismo y estén dispuestos a usar su talento trabajando gratis o por centavos,
pero para una causa realmente grandiosa.
Y tal ofensiva
hacia el ámbito post-industrial (con toda su dificultad de realización) es, precisamente, casi la única oportunidad para los
países de "la periferia" (y Rusia también, actualmente, se convierte aceleradamente en tal tipo de estado), de escapar del
gueto del atraso; y para Cuba, de superar (aunque ello pueda parecerle paradójico a los no familiarizados con ella) el déficit
de carne y de leche, de energía y de automóviles. Y sin librarse del déficit --lo repito una y otra vez-- no es posible avanzar
por el camino de la creación socialista.
Mucho,
mucho, de lo que quisiera expresar para advertir a los amigos para que no tropiecen con una piedra que les rompa la cabeza,
no debe ser objeto de tratamiento en un prefacio. De todos modos no puedo no recordar dos aspecto más.
El primero:
no se debe subvalorar el peligro del nacionalismo y del racismo.
Esta plaga, casi inadvertible en condiciones normales, con la velocidad del rayo se transforma en una pandemia tan pronto
como se debilita la inmunidad de la sociedad y la lucha enfocada contra ella. En
condiciones de crisis de la sociedad el pancista se convierte con la velocidad de un relámpago en un racista nacionalista.
El segundo: el socialismo, a fines del siglo XX, perdió con el capitalismo incluso en el terreno
de la teoría. Sin jugar hasta el final este "partido"; sin dar una explicación --suya-- más precisa, con mayor perspectiva,
de las leyes del actual mundo global, que las elaboradas por el liberalismo burgués y por el post-modernismo. Sin repensar
dialécticamente (de manera positiva, que conservara lo positivo) y criticando al marxismo, sin crear una teoría del socialismo
del siglo XXI, marcharemos como a ciegas, por el método de pruebas y errores y... perderemos.
Y es aquí
precisamente que Cuba --un país que no ha abjurado de las ideas del socialismo-- podría desempeñar el papel de centro de atracción
y de acumulación del trabajo teórico de los socialistas y comunistas del mundo, contribuyendo a nuestros diálogos teóricos
con su autoridad como sociedad que luchaen la práctica por el socialismo.
Y por último:
esta edición y este prefacio contienen algunas correcciones no incluidas ni en la edición rusa (1996), ni en la japonesa (1998).
Tengo la esperanza, repito, que ella esté dirigida a lectores no sólo de Cuba, sino también de España y de los países de América
Latina, decenas de países dónde es bastante intenso el movimiento de izquierda. Si este libro, aunque sea en algo, muestra
ser útil, interesante para ustedes, les estimula a polemizar, el autor estará verdaderamente feliz.
Espero
vuestras críticas y observaciones.
Guanabo
(Cuba)
Enero 20
del 2000
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INDICE
1 |
La crisis de la práctica y de la teoría del socialismo |
2 |
El futuro comunista nace hoy |
|
§ 1. |
El comienzo del tercer milenio y las
premisas del comunismo: la humanidad en el camino hacia una nueva calidad de la producción social |
|
§ 2. |
El comienzo del tercer milenio y las
premisas del comunismo: las contradicciones de la enajenación y las perspectivas de la liberación del trabajo |
|
§ 3. |
El comienzo del tercer milenio y las
premisas del comunismo: la globalización de las contradicciones de la comunidad mundial y las premisas de un nuevo internacionalismo |
|
§ 4. |
El comienzo del tercer milenio: rasgos
básicos del comunismo naciente |
3 |
El socialismo: contradicciones, fuerzas motrices y estrategia de transformaciones |
|
§ 1. |
El socialismo como época de transición |
|
§ 2. |
La base social y las fuerzas motrices
de las transformaciones revolucionarias |
|
§ 3. |
La estrategia de las transformaciones
socialistas: tareas y medios de solución |
4 |
Rusia en el mundo post-"socialista": las condiciones objetivas y la estrategia
de lucha por el socialismo |
|
§ 1. |
Desde el socialismo mutante hacia el
capitalismo mutante: la esencia y el contexto global de las transformaciones en los países post-"socialistas" |
|
§ 2. |
Rusia: la especificidad de los procesos
de transformación y los escenarios del futuro |
|
§ 3. |
La izquierda democrática de Rusia: orientaciones
programáticas. |
|
§ 4. |
Clasificación de las fuerzas de izquierda
en Rusia y las tareas inmediatas de los partidarios de la renovación comunist |